
Esto da que pensar sobre un posible pacto entre ambos para, en primer lugar, calmar los ánimos ante el partido más importante para el presidente del fin de semana (la polémica aprobación de los presupuestos) y, después, una rajada del alemán para provocar una explosión simulada que argumente motivos para su destitución. Así de pobre y ridícula queda la imagen de un club histórico como el Madrid. Todo parece funcionar en el día a día, no hay ningún tipo de planificación, todo gira en torno a impulsos, hasta los partidos, que se han convertido en acontecimientos dignos de estudio del más allá. Ahora Juande. Mañana Arshavin. Y pasado Fofó y los Trilocos. Así están las cosas, y mientras el madridismo y sus socios no tomen la iniciativa para remediar este profundo caos, esta Junta Directiva seguirá actuando a su antojo. Tras esta parrafada aburrida, mis mejores deseos para Juande, un gran entrenador que espero ponga un poco cordura y sentido en el vestuario blanco.
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