
La primera mitad fue una continuación de los anteriores partidos. A pesar del cambio de sistema adoptado por Pellegrini, con Robben y Ronaldo escorados a las bandas, Higuaín y Benzemá en punta de ataque y Gago secundando a Guti en el mediocampo, el Madrid volvió a atascarse con el balón en los pies a base de numerosas imprecisiones en el pase y falta de chispa en sus acciones individuales y colectivas, algo lógico dada la fecha en la que nos encontramos. Tras la reanudación disfrutamos de un Madrid más vivo. Con más ganas. Ronaldo, al que se le veía resignado por su mala actuación, buscó con insistencia el balón y en su primera aportación ofensiva se zafó de dos defensas con una maniobra magnífica y cayó derribado dentro del área. Penalti que el propio jugador portugués fue el encargado de transformar. Minutos después, volvió a probar fortuna con un tiro envenenado que no pudo atrapar Domínguez y que, el "pirata" Granero, que había sustituido finalizando la primera parte al lesionado Robben, remató a la red a placer para hacer el segundo de los blancos (2-0).
Cuando todo parecía resuelto, un error de Dudek que descuidó su área pequeña permitió a Enrique Vera rematar sobre la misma línea de gol un balón que parecía perdido. Se animó el Liga de Quito e incluso dispuso de alguna buena ocasión para haber vuelto a sembrar el nerviosismo en el Bernabéu. A falta de cinco minutos para el final, un córner magistral lanzado por Granero desde la izquierda era cabeceado por Metzelder para subir el 3-1 al marcador. De nuevo se relajó el Madrid, y esta vez a balón parado, una faceta que tiene preocupado a su técnico, encajó un nuevo tanto de nuevo obra de Vela.
Pero faltaba la perla de la noche, el sello de la casa. De la cantera. Álvaro Negredo, del que tanto se rumorea su salida del club, remató un buen centro de Drenthe para reivindicar un puesto en este Madrid galáctico, que volvió ofrecer rayos de esperanza con su pegada arriba pero que tiene aún mucho trabajo por hacer.
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