lunes, 27 de abril de 2009

"Mamá, quiero ser como Rafa Nadal"

Rafael Nadal Parera (Manacor, Baleares, 3 de junio de 1986) es el hijo que toda madre querría tener en casa. Desde muy pequeño, su tío y actual entrenador Toni, le empuñó una raqueta cuando apenas había empezado a dar sus primeros pasos y, a partir de entonces, se empezó a forjar una leyenda viva que pasará la historia del tenis español. Si bien es cierto que en sus inicios como gran apasionado del deporte rey, compaginaba el tenis y el fútbol, su enorme talento y su clase con la raqueta terminaron por decantar su verdadera vocación.

Si por algo es reconocido Rafa Nadal es por su comportamiento tanto dentro como fuera de la pista. Desde el máximo respeto hacia el primero y el último de sus rivales, se ha ido ganando este galardón dentro del circuito ATP gracias a la educación que le impartieron sus padres desde que era un niño. “Un superdotado de mente”, como le hemos oído repetir tantas veces a otra leyenda española del tenis como Manolo Santana.

A la edad de 15 años se convierte en el jugador más joven de la Historia en ganar un partido en un torneo oficial de la ATP (Internacional Series de Mallorca), donde acude como invitado de la organización y vence en primera ronda al paraguayo Ramón Delgado, de 25 años y 81º jugador mundial en ese momento. Esa fue la primera piedra del gran imperio que ha ido forjando desde el trabajo, la humildad, el sacrificio y como no, la brillantez de ese muñeca izquierda que tanto está haciendo por los aficionados a un deporte que nunca estuvo tan cerca de la gente como hasta ahora.

El año 2004 supone la consagración de Rafa como uno de los mejores jugadores del circuito abanderando la victoria de España ante Estados Unidos en la Copa Davis, donde gana el quinto y definitivo encuentro ante Andy Roddick. No era una “ensaladera” más para nuestro país, había comenzado a brillar la más valiosa de nuestras estrellas en un firmamento repleto de grandes tenistas. Ese mismo año consigue su primer título ATP en Sopot (Polonia), y el nombre de Nadal empieza a sonar ya en todos los rincones del planeta como primer aspirante a destronar a Roger Federer, por aquel entonces maestro e incuestionable número uno.

El rey de la tierra comenzó a forjarse en 2005. Tras arrasar en Montecarlo y Roma, vive en Roland Garros la cita más importante de su vida tras llegar a la final ante Roger Federer. Su primer Grand Slam estaba más cerca que nunca, y el 5 de Junio, con apenas 19 años recién cumplidos, se convierte en el jugador más joven de la historia en conquistar el torneo de tierra por excelencia, la cuna del tenis en la que han vencido los mejores de todos los tiempos. Sería la primera carta del póker que lograría en años posteriores. Y es que seguiría citando victorias y más victorias, porque este chico desde que debutó no ha hecho otra cosa que ganar. Ganar y mejorar, crecer como tensita y como persona, desesperar a sus rivales y no dar nunca una bola por perdida. Todo por su sueño, que no es poco.

Probablemente el momento más especial de su carrera hasta la fecha se producía sobre la hierba de Wimbledom en el año 2008. Allí le esperaba su máximo rival dentro de la pista y mejor amigo fuera de ella, el suizo Federer, que portaba la corona de campeón desde cinco años atrás. A pesar de las mejoras que venía ofreciendo Nadal en pistas rápidas, nadie daba un euro por el mallorquín por aquel entonces ante posiblemente el mejor tenista de la historia. Pero en un partido épico, apoteósico, sublime, emocionante, que será recordado por los siglos de los siglos, Nadal se coronó en la final más larga de la historia del torneo que estuvo marcada por las constantes interrupciones de la lluvia. Allí lloró, de alegría, de satisfacción, de saber que había hecho algo grande y que era capaz de derrotar a cualquiera con su tenis. Ya no era sólo el rey de la tierra. Se había convertido en el rey del mundo.

Otro momento álgido en su carrera se produce en los pasados JJ. OO. de Pekín, donde obtiene la medalla de oro para España tras imponerse a un gran Fernando González en la final. En este recién 2009, Nadal colecciona el único de los cromos que le falta en su álbum: el Open de Australia, siendo además el cuarto jugador en lograr Grand Slams en tres superficies diferentes (tierra, hierba y pista rápida) tras Andre Agassi, Mats Wilander y Jimmy Connors. Y es que Rafa desde su debut ha roto todos los registros habidos y por haber. A sus 22 años suma 14 títulos de los denominados recientemente Masters 1000, por encima de Pete Sampras (11) y a tan sólo tres del más grande, Andre Agassi (17). Y lo ha hecho pasito a pasito, como al principio, desde el respeto y la constancia, mejorando día a día un deporte que parece no tener barreras para él.

Se ha convertido en la cabeza visible de la “Generación de Oro” de deportistas españoles de esta década. Disfrutamos del gran Fernando Alonso, del coloso Pau Gasol, de la selección española de fútbol que han hecho que este verano nos enorgullezcamos más que nunca de nuestra bandera. De un sin fin de deportistas que hacen que todos los fines de semana estemos pegados frente al televisor a la espera de la consecución de un nuevo éxito. Y ahí, en ese cajón en el que sólo tienen cabida los más grandes, se encuentra nuestro Rafa Nadal. Ahora, niños y mayores, queremos ser como él. Gracias campeón.