Segundos antes de recibir el balón ya sabía cuál iba a ser su próxima obra de arte. Tenía un don especial para eso, un genio con el balón en los pies y un superdotado de mente. Un verdadero 'diez', de los de antes y de los que escasean en el fútbol actual. Faltarían halagos y líneas para hablar de Michael Laudrup, el mejor futbolista que he visto jamás sobre un terreno de juego si Zidane me permite la licencia o el capricho.
Sin duda la afición le recuerda por ese mágico pase al hueco mirando al vacío, tan suyo, tan bello. Su carta de presentación firmada en el Barcelona de Johan Cruyff le cuspidó como un jugador grande, diferente al resto. Provenía de la Juventus, donde compartió vestuario con genios de la talla de Michel Platiní o Paolo Rossi. En el Barça se erigió uno de los pilares básicos del gran 'Dream Team', con el que logró 4 ligas y una Copa de Europa. La llegada de Romario en 1993 dificultó su presencia en el once debido al cupo de extranjeros (Koeman y Stoichkov, que por aquel entonces eran incuestionables para el técnico holandés). Cruyff comenzó a dejar de lado al danés, que vio en el Real Madrid la salida perfecta para vengarse de su ex técnico.
Su paso por el conjunto blanco fue breve pero intenso. Dos temporadas le bastaron para formar junto a Fernando Redondo posiblemente el mejor mediocampo de Europa. Laudrup se convirtió en un ídolo para el Santiago Bernabéu. Una auténtica delicia para los ojos del buen aficionado merengue. No le bastaba con hacerlo bien, debía hacerlo de una manera estética. Su condición de artista se lo exigía. Tras su salida al Vissel japonés, se retiró en su casa natal, Ámsterdam, orgullosa de haber acunado a uno de los más grandes de la historia del fútbol.
Sin duda la afición le recuerda por ese mágico pase al hueco mirando al vacío, tan suyo, tan bello. Su carta de presentación firmada en el Barcelona de Johan Cruyff le cuspidó como un jugador grande, diferente al resto. Provenía de la Juventus, donde compartió vestuario con genios de la talla de Michel Platiní o Paolo Rossi. En el Barça se erigió uno de los pilares básicos del gran 'Dream Team', con el que logró 4 ligas y una Copa de Europa. La llegada de Romario en 1993 dificultó su presencia en el once debido al cupo de extranjeros (Koeman y Stoichkov, que por aquel entonces eran incuestionables para el técnico holandés). Cruyff comenzó a dejar de lado al danés, que vio en el Real Madrid la salida perfecta para vengarse de su ex técnico.
Su paso por el conjunto blanco fue breve pero intenso. Dos temporadas le bastaron para formar junto a Fernando Redondo posiblemente el mejor mediocampo de Europa. Laudrup se convirtió en un ídolo para el Santiago Bernabéu. Una auténtica delicia para los ojos del buen aficionado merengue. No le bastaba con hacerlo bien, debía hacerlo de una manera estética. Su condición de artista se lo exigía. Tras su salida al Vissel japonés, se retiró en su casa natal, Ámsterdam, orgullosa de haber acunado a uno de los más grandes de la historia del fútbol.