He vuelto señores. Con algún kilito de más de roscón, con un buen botín de reyes y sin ningún entusiasmo por volver al tajo. Se acabó la navidad y volvió el fútbol. Melchor, Gaspar y compañía nos dejaron junto al árbol el mejor regalo posible para los amantes del fútbol: el espectáculo de Leo Messi. No pude reprimirme el martes a aplaudir a rabiar a esta joven figura que no para de sorprenderme partido a partido. El astro argentino ha cruzado definitivamente la línea que da paso al olimpo de los más grandes de nuestro deporte.
Su partido en el Calderón fue simplemente sublime. Recibió, regateó, burló y marcó cuando quiso. Manejó su juguete favorito a su antojo, el balón, con una delicadeza y una clase impropias de un futbolista de dos piernas. Éste debe tener alguna más, me fijaré minuciosamente en el próximo encuentro porque todavía no he conseguido dar con la fórmula que explique esa velocidad de conducción, esa facilidad para convertir a sus adversarios en títeres que maneja a su antojo, esa capacidad para definir delante del portero y después hacerse el despistado.
Hoy por hoy no hay jugador en el mundo que pueda hacer con el balón lo que hace Messi. Su estilo de juego se resume a la máxima sencillez, aquel mensaje que nos daba nuestro entrenador cuando éramos pequeños a la figura del equipo: '¡En cuanto tengas el balón, corre hacia la portería y marca!'. Messi no repara en 'filigranas' ni adornos, su velocidad con el esférico no se lo permiten. Simplemente tiene la portería entre ceja y ceja, y se deshace de sus adversarios a la vez que piensa en la celebración de su próximo gol. Su 'hat-trick' y la jugada en la que estrelló el balón en la cruceta fueron motivo de homenaje por parte de la hinchada colchonera, que no tuvo más remedio que ponerse en pie y rendirse ante el mejor jugador del mundo en estos momentos.
Su partido en el Calderón fue simplemente sublime. Recibió, regateó, burló y marcó cuando quiso. Manejó su juguete favorito a su antojo, el balón, con una delicadeza y una clase impropias de un futbolista de dos piernas. Éste debe tener alguna más, me fijaré minuciosamente en el próximo encuentro porque todavía no he conseguido dar con la fórmula que explique esa velocidad de conducción, esa facilidad para convertir a sus adversarios en títeres que maneja a su antojo, esa capacidad para definir delante del portero y después hacerse el despistado.
Hoy por hoy no hay jugador en el mundo que pueda hacer con el balón lo que hace Messi. Su estilo de juego se resume a la máxima sencillez, aquel mensaje que nos daba nuestro entrenador cuando éramos pequeños a la figura del equipo: '¡En cuanto tengas el balón, corre hacia la portería y marca!'. Messi no repara en 'filigranas' ni adornos, su velocidad con el esférico no se lo permiten. Simplemente tiene la portería entre ceja y ceja, y se deshace de sus adversarios a la vez que piensa en la celebración de su próximo gol. Su 'hat-trick' y la jugada en la que estrelló el balón en la cruceta fueron motivo de homenaje por parte de la hinchada colchonera, que no tuvo más remedio que ponerse en pie y rendirse ante el mejor jugador del mundo en estos momentos.
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