Hay cosas en la vida que el corazón pretende y la razón no termina de entender. En el fútbol siempre nos empeñamos en sacar punta y lógica a las cosas. Argumentaciones por aquí, duros palos por allá. Supongo que de ello vive la prensa. La pela es la pela. Pero cada muchos años nace un fenómeno que es idolatrado por todos. Haga lo que haga. Piense lo que piense. Diga lo que diga...
Diego Armando Maradona, héroe y villano, fenómeno de masas y un auténtico 'Dios' en su país, se ha convertido en el nuevo seleccionador de la albiceleste. Tras la destitución de Basile, el país se echó a la calle pidiendo el nombre de Diego para reconducir el barco argentino, que no navega con rumbo fijo y que ha sembrado un mar de dudas en las últimas semanas. Ciertamente, a la sombra del 'tiki taka' de nuestra selección, cualquiera parece pequeña. Saquen pecho. Es nuestro momento. Disfruten.
Pero la llegada de Maradona ya viene con polémica en el paquete de bienvenida. Hace pocas semanas hizo unas duras declaraciones contra el azulgrana Leo Messi, al que tachó de 'individualista'. Todos conocemos a Diego, es puro carácter. Esto unido a su brillante trayectoria deportiva como jugador y al clamor y apoyo incondicional que le brindará su país deberían bastar para pintar un futuro esperanzador en Argentina. Pero la teoría no siempre acierta. El corazón, ldesgraciadamente, también se equivoca.
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