Desde que se tiene uso de razón, se suele decir que el sueño de cualquier futbolista es estar presente en una cita mundialista para defender la bandera de su país. Un sentimiento que llena de orgullo y que no se puede transcribir con palabras. Quienes lo han vivido no han dudado en reconocer que ha sido la mejor experiencia de toda su vida, lo máximo a lo que un deportista puede aspirar en su carrera. Maradona, Pelé, Cruyff, Zidane, Ronaldo. Todos y cada uno de ellos se hicieron grandes en el escaparate. Aroma de grandeza.
Por eso, que grandísimas selecciones como Portugal, Francia o Argentina estén a día de hoy con lo deberes aún por hacer, y con serios problemas para estar el próximo verano en el Mundial de Sudáfrica, no es bueno ni para sus respectivos países ni para los aficionados al fútbol en general. Le quita un cierto atractivo a la cita más importante del deporte rey. Servidor, al menos, gustaría de ver a las máximas potencias futbolísticas frente a frente. Batallas sin cuartel para demostrar que, a día de hoy, somos la mejor selección del mundo por espectáculo, juego y resultados.
Efectivamente, hablamos de la roja, que volvió a despertar el pasado sábado ese cosquilleo tan gratificante de la Eurocopa. Esa sensación de superioridad abismal que, a pesar de enfrentarse a una selección devaluada a día de hoy es como Bélgica, no dejaban al aficionado levantarse del asiento. Aunque hablar de selecciones menores en estos tiempos que corren resulta un tanto atrevido, y si no que se lo digan a países como Portugal, Argentina o Francia.
La selección lusa, cuyo arsenal cuenta con estrellas de la talla de Cristiano Ronaldo, Simao, Deco o Pepe, rompió prácticamente su billete a Sudáfrica tras no poder pasar del empate ante Dinamarca (1-1). Los portugueses están al borde del abismo: son cuartos, a siete puntos del líder, y tienen a las selecciones de Hungría y Suecia por delante. Si quieren encontrar algún rayo de esperanza, deberán ganar a los húngaros en sus dos próximos enfrentamientos a vida o muerte.
También pintan bastos para Leo Messi y Maradona, aunque la situación en este caso no es tan extremista. Lo que más preocupa en Argentina es la paupérrima imagen que la albiceleste está ofreciendo durante toda la fase clasificatoria, momento en el que el pelusa se hizo al frente del equipo. Para colmo, cayeron goleados en su último enfrentamiento ante su máxima rival, la Brasil de Kaká. No obstante, siguen dependiendo de sí mismos, que no es poco, aunque Colombia y Ecuador les acechan a tan sólo dos puntos de distancia.
La situación de Francia es aun menos caótica. Tienen la repesca prácticamente a tiro, pero el primer puesto del grupo se antoja inalcanzable ya que, además de ganar a Serbia, tendría que esperar un nuevo pinchazo del líder de grupo en los dos últimos partidos. Esta semana, nuevas citas premundialistas que irán aclarando el futuro de los países hacia Sudáfrica 2010.
Por eso, que grandísimas selecciones como Portugal, Francia o Argentina estén a día de hoy con lo deberes aún por hacer, y con serios problemas para estar el próximo verano en el Mundial de Sudáfrica, no es bueno ni para sus respectivos países ni para los aficionados al fútbol en general. Le quita un cierto atractivo a la cita más importante del deporte rey. Servidor, al menos, gustaría de ver a las máximas potencias futbolísticas frente a frente. Batallas sin cuartel para demostrar que, a día de hoy, somos la mejor selección del mundo por espectáculo, juego y resultados.
Efectivamente, hablamos de la roja, que volvió a despertar el pasado sábado ese cosquilleo tan gratificante de la Eurocopa. Esa sensación de superioridad abismal que, a pesar de enfrentarse a una selección devaluada a día de hoy es como Bélgica, no dejaban al aficionado levantarse del asiento. Aunque hablar de selecciones menores en estos tiempos que corren resulta un tanto atrevido, y si no que se lo digan a países como Portugal, Argentina o Francia.
La selección lusa, cuyo arsenal cuenta con estrellas de la talla de Cristiano Ronaldo, Simao, Deco o Pepe, rompió prácticamente su billete a Sudáfrica tras no poder pasar del empate ante Dinamarca (1-1). Los portugueses están al borde del abismo: son cuartos, a siete puntos del líder, y tienen a las selecciones de Hungría y Suecia por delante. Si quieren encontrar algún rayo de esperanza, deberán ganar a los húngaros en sus dos próximos enfrentamientos a vida o muerte.
También pintan bastos para Leo Messi y Maradona, aunque la situación en este caso no es tan extremista. Lo que más preocupa en Argentina es la paupérrima imagen que la albiceleste está ofreciendo durante toda la fase clasificatoria, momento en el que el pelusa se hizo al frente del equipo. Para colmo, cayeron goleados en su último enfrentamiento ante su máxima rival, la Brasil de Kaká. No obstante, siguen dependiendo de sí mismos, que no es poco, aunque Colombia y Ecuador les acechan a tan sólo dos puntos de distancia.
La situación de Francia es aun menos caótica. Tienen la repesca prácticamente a tiro, pero el primer puesto del grupo se antoja inalcanzable ya que, además de ganar a Serbia, tendría que esperar un nuevo pinchazo del líder de grupo en los dos últimos partidos. Esta semana, nuevas citas premundialistas que irán aclarando el futuro de los países hacia Sudáfrica 2010.
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