Llega un momento en la vida de cualquier pareja en la que el amor se acaba. Fruto del desgaste, terceras personas o el paso del tiempo. Pero termina deteriorándose como cualquier juguete, cualquier capricho. En la historia de amor entre Pep Guardiola y Samuel Eto´o no fue ninguno de estos factores el culpable. Fue el 'feeling', un término que solemos asociar al sentimiento, a la emoción. El mismo feeling que catapultó la salida del segundo máximo goleador europeo a tierras italianas como moneda de cambio de otro conflictivo, otro rebelde con su mismo pedigrí, Zlatan Ibrahimovic.
Este matrimonio, cuyos lazos en un principio fueron de conveniencia, fue limando sus asperezas a base de goles y triunfos a lo largo de la temporada, en la que el delantero camerunés se ganó el cariño de su técnico mostrándose como el marido perfecto tanto dentro de los terrenos de juego como en los vestuarios. Como si de un cuento de hadas se tratase, los meses fueron transcurriendo y entrenador y jugador sonreían y se mostraban felices. El león indomable ya no era tan fiero.
Pero llegó el verano y los títulos y los goles pasaron a un segundo plano. Ya saben, el calor nos afecta a todos. Para Guardiola, Eto´o ya no era el mismo. De la noche a la mañana, ya no había amor en sus arcas. Ya no había feeling. El entrenador de hielo, ese que todo lo sabe y al que no se le discute, se había encaprichado de otra muchachita. Sueca, de tintes rubios y media melena. De mala fama, todo sea dicho, pero sueca al fin y al cabo. Sobre el papel, a priori el cambio era favorable para los intereses de la familia, azulgrana en este caso. Pero será el tiempo el que ponga tela de juicio sobre el divorcio y la nueva confidente de Pep Guardiola. Esta noche se verá las caras con su antigua querida, en terreno comanche. Con un Samuel Eto´o sediento de venganza y de goles.
Este matrimonio, cuyos lazos en un principio fueron de conveniencia, fue limando sus asperezas a base de goles y triunfos a lo largo de la temporada, en la que el delantero camerunés se ganó el cariño de su técnico mostrándose como el marido perfecto tanto dentro de los terrenos de juego como en los vestuarios. Como si de un cuento de hadas se tratase, los meses fueron transcurriendo y entrenador y jugador sonreían y se mostraban felices. El león indomable ya no era tan fiero.
Pero llegó el verano y los títulos y los goles pasaron a un segundo plano. Ya saben, el calor nos afecta a todos. Para Guardiola, Eto´o ya no era el mismo. De la noche a la mañana, ya no había amor en sus arcas. Ya no había feeling. El entrenador de hielo, ese que todo lo sabe y al que no se le discute, se había encaprichado de otra muchachita. Sueca, de tintes rubios y media melena. De mala fama, todo sea dicho, pero sueca al fin y al cabo. Sobre el papel, a priori el cambio era favorable para los intereses de la familia, azulgrana en este caso. Pero será el tiempo el que ponga tela de juicio sobre el divorcio y la nueva confidente de Pep Guardiola. Esta noche se verá las caras con su antigua querida, en terreno comanche. Con un Samuel Eto´o sediento de venganza y de goles.
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