jueves, 20 de noviembre de 2008

Historia de un sueño hecho realidad


El 2008 será un año recordado por todos por la gesta de nuestra selección de fútbol en la Eurocopa. Fueron tantas sensaciones acumuladas en apenas dos semanas que convulsionó a todo un país, a toda una afición que quedó enloquecida y volcada con la roja. Acudíamos a Austria sabedores del potencial de nuestra selección y nuestras posibilidades, pero intimidados por los nefastos precedentes y las dudas que había dejado el equipo en la fase clasificatoria.

Un partido y una goleada ante Rusia sirvieron para volver a enganchar a la masa. Se podía creer en nuestra nación. Eran muchos años de pasotismo, de críticas, lágrimas, lamentos. Ante la adversidad y el oleaje, los marineros y su comandante decidieron unir fuerzas y formar una verdadera piña. La única forma de alcanzar el sueño era remando todos en el mismo barco, hacia el mismo rumbo. La recompensa y el botín lo merecían.

Tras una fase de grupos inmaculada, comenzaba el verdadero torneo. Volvíamos a vernos las caras con Italia, los de siempre. Los que nunca hacen nada y siempre ganan. Algunos alcanzan la gloria por castigo, pero el fútbol desplegado por los nuestros invitaba cuanto menos a la esperanza. La tarea era épica: cambiar la historia. Fue una batalla de 'tú a tú', que se decidió desde los once metros a golpe de cañón. Iker fue el héroe, Fábregas su acorazado. Tumbando a los campeones del mundo, nos volvíamos a ver las caras con la Rusia de Arshavin, que había dejado en el camino a la máxima favorita de la Eurocopa, Holanda.

Pero era nuestro momento. A ritmo de 'tiki taka' en una segunda mitad para el recuerdo, los de Luis Aragonés se metían en una final muchos años después. Los más jóvenes veíamos como por primera vez en nuestras vidas, nuestra selección nos hacía sentirnos verdaderamente orgullosos. Levantarte por la mañana con el cosquilleo que te hace saber que puede ser un día grande, un día histórico. Sacar las pinturas de guerra y la bufanda del armario para una ocasión única y quién sabe si irrepetible.

Así fue. Una noche mágica para la historia. España rugía más fuerte que nunca y de la mano de Fernando Torres se proclamaba campeona de Europa. Recuerdo muchas cosas de aquella noche. Mis amigos y yo, abrazados mirando al cielo, invocando una de las mayores alegrías que me ha dado esta vida. También recuerdo el himno... ¡quién quiere letra con ese melodía! Somos distintos hasta para eso. Somos españoles, y serlo ya no es una escusa. Un verdadero orgullo. Gracias a los que hicieron posible vivir tan dulces momentos. Remember this. Viva España.

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