Tras un año de revuelos electorales, con Zapatero por aquí y Obama por allá, en los últimos días se ha difamado un rumor que ha hecho eco en todo el país: la posible presentación de Florentino Pérez a las próximas elecciones del Real Madrid. Todo a raíz de la comparecencia del señor Pérez en el partido benéfico organizado por Zidane y Ronaldo en Marruecos, dos de los grandes cromos que logró juntar en su impagable album.
Algunos opinan que su aparición fue simple casualidad, sin una doble intención, sin as en la manga alguno. Pero a otros, como a Ramón Calderón, volver a verle aparecer en los medios fue como encontrar un fastama en el pasillo de casa a media noche. Una auténtica pesadilla. No tardó en cargar contra el anterior mandatario que sanéo la economía del Real Madrid de manera brillante, rehabilitó un estadio en plena decadencia, construyó la mejor ciudad deportiva del mundo, reunió a las mejores estrellas del momento y logró ganar una Copa de Europa.
Y digo esto porque algunos prefieren quedarse con su espantada a mitad de temporada cuando las cosas se torcieron. No le justifico, considero que fue cobarde al no plantar cara a una situación que requería un acto de valentía acorde con todo lo que había hecho hasta la fecha. Pero nadie puede dudar de su imperiosa capacidad para dirigir un gran club como el Madrid. Con él todos los mejores jugadores del mundo querían jugar en Chamartín. Las promesas de grandes fichajes siempre se cumplían. En el fondo del madridismo se añora un presidente con orden y mando, sabedor y conocedor de los errores cometidos en el pasado. Los que prefieran clases medias y jugadores de segundo nivel les muestro todos mis respetos, pero los que sueñen con ver a jugadores como Cristiano Ronaldo vestido de blanco sigan de cerca una campaña que parece ya haber comenzado.
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