Hay momentos en la vida en la que quedan pocas cosas a las que aferrarte. Un pequeño rayo de luz, de esperanza, basta para no caer rendido e hincar la rodilla. El orgullo y la dignidad pueden servir como buenos analgésicos para dejar de pensar unos minutos en el gran tornado que se te viene encima. También puede ayudar cerrar los ojos y recordar el escudo que defiendes, los millones de aficionados que están al otro lado del televisor esperando que le alegres el fin de semana. A algo parecido se encomió anoche el Madrid en el Nou Camp. No le quedaba otra. El Barça, hoy por hoy, es un ferrari al lado de cualquier equipo, incluso el Madrid, acentuada su desventaja por la lastra de lesiones que está viviendo desde principio de temporada. Sólo quedaba santiguarse y apretar los dientes, salir a morir delante de 98.000 dispuestas a lincharte (verbalmente hablando), gargantas ansiosas de revancha, porque el pasillo, señores, sigue presente en la cabeza del aficionado blaugrana.
Y aun con esas los de Juande vendieron muy cara su derrota. 82 minutos tardó el Barça en adelantarse en el marcador, gracias a un gol de Eto´o que había visto minutos antes como Casillas volvía a disfrazarse de santo tras varios partidos en tierra de nadie. Anoche Iker pareció despertar del mal sueño que le había puesto en tela de juicio hasta por sus máximos fieles. No sólo fueron sus paradas, que también, sino su carácter en el campo, su labor de capitán aunque no portase brazalete alguno. Esa casta y ese orgullo que diferencia a un grande de un cualquiera. Volvió a recordarnos al héroe de la Eurocopa. Benditos penaltis.
Luego apareció Messi para poner la guinda al pastel, con un Madrid hundido tras el derroche de esfuerzo encomiable durante todo el encuentro. Y con todo, los blancos tuvieron sus oportunidades, como el mano a mano de Drenthe en la primera mitad o la posible machada de Palanca, jugador del filial que dejó un gran sabor de boca en su debut y que pudo eregirse en el héroe de la noche si una intervención estelar de Valdés no lo hubiese evitado. Aparte de esos arreones, como digo, no había para más. Las bajas de Van Nistelrooy, Pepe, Robben, Heinze o Sneijder, que duró 20 minutos sobre el césped, son demasiado notables para una plantilla tan limitada.
El Madrid demostró carácter ante un ambiente que exigía a los suyos más que tres puntos. Pero el Barça quedó con la sensación de no haber cicatrizado la herida que tanto ha escocido y tanto ha supurado estos dos últimos años. Pero la moreleja no ofrece lugar a dudas, doce puntos sobre los blancos y alfombra roja si los fantasmas no vuelven a hacer acto de presencia este año. Porque después de la liga de Capello no me atrevo a vaticinar un campeón en el mes de diciembre, y menos con un Madrid que sólo le queda coger aire y sumergirse hacia la superficie y un Barça que dudo mucho siga mostrando este nivel hasta final de temporada.
Y aun con esas los de Juande vendieron muy cara su derrota. 82 minutos tardó el Barça en adelantarse en el marcador, gracias a un gol de Eto´o que había visto minutos antes como Casillas volvía a disfrazarse de santo tras varios partidos en tierra de nadie. Anoche Iker pareció despertar del mal sueño que le había puesto en tela de juicio hasta por sus máximos fieles. No sólo fueron sus paradas, que también, sino su carácter en el campo, su labor de capitán aunque no portase brazalete alguno. Esa casta y ese orgullo que diferencia a un grande de un cualquiera. Volvió a recordarnos al héroe de la Eurocopa. Benditos penaltis.
Luego apareció Messi para poner la guinda al pastel, con un Madrid hundido tras el derroche de esfuerzo encomiable durante todo el encuentro. Y con todo, los blancos tuvieron sus oportunidades, como el mano a mano de Drenthe en la primera mitad o la posible machada de Palanca, jugador del filial que dejó un gran sabor de boca en su debut y que pudo eregirse en el héroe de la noche si una intervención estelar de Valdés no lo hubiese evitado. Aparte de esos arreones, como digo, no había para más. Las bajas de Van Nistelrooy, Pepe, Robben, Heinze o Sneijder, que duró 20 minutos sobre el césped, son demasiado notables para una plantilla tan limitada.
El Madrid demostró carácter ante un ambiente que exigía a los suyos más que tres puntos. Pero el Barça quedó con la sensación de no haber cicatrizado la herida que tanto ha escocido y tanto ha supurado estos dos últimos años. Pero la moreleja no ofrece lugar a dudas, doce puntos sobre los blancos y alfombra roja si los fantasmas no vuelven a hacer acto de presencia este año. Porque después de la liga de Capello no me atrevo a vaticinar un campeón en el mes de diciembre, y menos con un Madrid que sólo le queda coger aire y sumergirse hacia la superficie y un Barça que dudo mucho siga mostrando este nivel hasta final de temporada.
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